Nahuales: seres místicos que embrujan a cualquiera

Debo reconocer que desde pequeña, siempre he sentido mucho magnetismo por todos los seres místicos y lo que los rodea. Me gusta investigar sobre ellos sin importar de qué cultura son. He aprendido que todos tienen su encanto. Mis raíces son de origen mexicano y sin duda, sus creencias y leyendas son de las mejores que he conocido. Hay un ser en particular que me causa fascinación: el nahual.

¿Quién es?

Los estudiosos del tema creen que una de las raíces es la palabra nahuali. Este verbo náhuatl alude al acto de engañar, disimular u ocultar. José María Garibay, historiador, también cree que el término se refiere al número 4, haciendo alusión a la personalidad múltiple o la capacidad de transmutar. Bien dicen que estos seres pueden ser el personaje que deseen, aunque eso sí, son muy malos. Lo que te voy a contar fue algo que mi bisabuela vio con sus propios ojos y debido a eso, cuidó de mi madre y sus hermanos con su cuerpo y alma. Tenía miedo que el nahual se los llevara.

La familia crece

En ese tiempo, mi bisabuela acababa de casarse con mi bisabuelo. Toda la gente del pueblo los felicitaba y festejaban con ellos su unión, pues eran muy queridos por todos. Al vivir en un pueblo, era normal que todos se conocieran a la perfección. Sabían quién era cada uno y cuál era su labor en el pueblo. Transcurrió el tiempo y todos veían cómo la familia de mi bisabuela crecía. Ya no eran sólo él y ella, ahora eran ellos junto con 9 hermosas hijas. Todas eran hermosas y conforme crecían, se ponían más bellas. (En los pueblos de los alrededores se escuchaba el rumor de que una bruja andaba robando niñas para mantener su juventud, por lo que la gente del pueblo estaba al pendiente para evitar una desgracia).

Mujer misteriosa

Una mañana soleada, llegó una mujer al pueblo. Todos comenzaron a hablar de ella, pues nadie la había visto jamás. A simple vista era una mujer muy guapa. Tenía el cabello tan negro como el carbón, sus ojos eran grandes y todo el tiempo esbozaba una gran sonrisa. Los hombres eran los más agradecidos de la llegada de esta misteriosa mujer. Las mujeres, por su parte, no la veían con buenos ojos y no precisamente porque su belleza deslumbrara. Su sexto sentido les decía que algo no estaba bien con ella.

Niñas desaparecidas

Luego de unos meses, comenzaron a desaparecer niñas. Para ese entonces ya nadie hablaba de la mujer misteriosa. Nadie relacionaba una cosa con la otra. Mi bisabuela comenzó a temer que sus hijas también desaparecieran. Como ella tenía que salir a trabajar al campo junto con mi bisabuelo, le daba pendiente dejar a sus hijas solas a manos de cualquier ser maligno. Una tarde, la mujer misteriosa tocó a la puerta de mis bisabuelos y le dijo a mi bisabuela que ella podía ayudarle a cuidar a sus hijas mientras se iban al trabajo. Para ese tiempo, como veían que la mujer sólo se dedicaba a hacer panecillos, nadie dudaba de ella.

La repostera…

Mi bisabuela estaba agradecida y sin dudar aceptó la buena obra de la repostera. Pasadas unas semanas comenzó a notar a su hija la mayor muy cabizbaja. Ya no era la misma niña risueña de siempre. Luego empezó a enfermar, hasta que después de varias semanas, murió. Mis bisabuelos no entendían qué estaba pasando, pues sus hijas siempre habían sido niñas muy sanas. Después de dos años, otra de las hijas comenzó a ponerse mal también. En cuanto mi bisabuela vio eso, temía que esa hija también muriera. Un día, le avisó a la mujer misteriosa que llegaría más tarde porque tenían que recoger la cosecha antes de que las tormentas destruyeran todo. La mujer aceptó y le dijo que  no se preocupara. Lo que no esperaba era que mi bisabuelo tuviera que ir a la casa por herramienta. Cuando mi bisabuelo llegó a casa quedó horrorizado con lo que vio.

Un arpía con forma de mujer

En el cuarto de las niñas, ya dormidas, se encontraba una enorme arpía succionando el alma de la hija que estaba enferma. Él quedó horrorizado ante eso, no podía creer qué era esa extraña criatura. Mientras él estaba recogiendo la herramienta, vio que la mujer misteriosa salía de la casa. Cuando lo vio se sorprendió, tenía un brillo demoniaco en sus ojos. Mi bisabuelo le contó a mi bisabuela y decidieron tener “más noches de trabajo” para poder espiar a esa mujer. Poco a poco comprobaron que ella era un nahual, que le estaba robando el alma a su hija. Por eso enfermaban de manera inexplicable. Mi bisabuela avisó a las mujeres del pueblo, pero pidió discreción. Lo que querían era darle el castigo necesario y sabían que si escapaba podía huir  a otro pueblo.

Por la hija enferma ya no pudieron hacer nada, pero mi bisabuela aprendió la lección y por eso es que se dedicó a cuidar tanto de sus nietas.